Hoy es siempre aún

POR RAZONES literarias, conocí antes la Alemania del Este que la otra, es decir, que la misma con muchísimas reservas. Y es curioso que, en ambos casos, me cayeran mejor los alemanes que Alemania. No sé si sigo con la misma opinión: históricamente la geografía física y espiritual de todos ellos ha cambiado poco. Y la Historia, también. Existe, más o menos manifiesta, una vocación de jefatura que, a la larga, acaba por llevarla a la antipatía. Y a la larguísima, a peores sentimientos y consecuencias. Debe tener cuidado. No tanto como España, que, antes y después de su grandeza (al menos de tamaño), fue trincona y desvalida, gobernada por gente nueva rica, tolerante por arruinada, y arruinada por cierta vocación que tenemos aquí ya de mendigos ya de ladrones de guante más o menos blanco. (Ahora, sin ir más lejos, no hay más que mirar alrededor. Al Norte-Noreste sobre todo.) Y por nuestra política, acobardada y ratonera si mira al exterior. Siempre hemos tenido, como modelo histórico, a la Armada Invencible, que se va a hacer puñetas. A pesar de todos los pesares. Empezando por su Almirante: un andaluz sin gracia.